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Agujero capa ozono2

El dióxido de carbono y el efecto invernadero están calentando el planeta. La destrucción del ozono debido a las actividades humanas ha llegado ya al punto en que los dañinos rayos solares, los ultravioletas B, llegan, en grandes zonas de la superficie terrestre, a niveles capaces de causar extensos daños a la vida.  Las dosis cada vez mayores de UV-B amenazan la salud y el bienestar humano, las cosechas, los bosques, las plantas, la vida salvaje y marina. Se ha producido una elevación de la tasa de cáncer de piel. La exposición a la radiación UV-B reduce la efectividad del sistema inmunológico.  Hay que prohibir la fabricación y uso de todos los compuestos destructores del ozono. La falta de agua, efecto del calentamiento del planeta, amenaza seriamente los medios de subsistencia de más de 1200 millones de personas, la cuarta parte de la población mundial. A pesar de las crecientes preocupaciones respecto a estos temas, las medidas de ámbito internacional encuentran escollos insalvables para su aplicación a causa del desarrollismo incontrolado, del consumismo y la miopía de los dirigentes políticos, cautivos de los intereses y la codicia de los clanes financieros.

La presencia en la estratosfera de determinados compuestos, especialmente los clorofluorcarbonos (CFC) que son sustancias químicas fabricadas por el ser humano, ha provocado una disminución de la concentración de ozono en la estratosfera, que constituye un filtro atmosférico esencial para contener la radiación ultravioleta que proviene del sol. Una disminución sensible de esta capa protectora tiene efectos perjudiciales para la salud humana y para la biosfera. Cada molécula de CFC destruye miles y miles de moléculas de ozono, lo cual ocasiona que la capa de ozono se presente más delgada en ciertos lugares, como en los países del Cono Sur.

Actualmente la capa de ozono ha llegado a niveles críticos de deterioro. Muchas de las naciones en el mundo han tomado conciencia sobre este problema. Sin embargo, todavía hay mucho que trabajar para lograr detener y revertir esta situación.

El seguimiento observacional de la capa de ozono, llevado a cabo en los últimos años, ha llegado a la conclusión de que dicha capa puede considerarse seriamente amenazada. Este es el motivo principal por el que se reunió la Asamblea General de las Naciones Unidas el 16 de septiembre de 1987, firmando el Protocolo de Montreal. En 1994, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el día 16 de septiembre como el Día Internacional para la Preservación de la Capa de Ozono.

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